Acabo de leer en algunos diarios la noticia de que un equipo de científicos españoles del CSIC ha desarrollado algo parecido a un elixir de la juventud, en base a los efectos beneficiosos de la uva. Parece ser que han conseguido aumentar la concentración y el efecto de una sustancia llamada resveratrol, (probad de pronunciarlo en voz alta) que está presente en la uva y el vino. Esta sustancia es un antioxidante natural que ayuda a prevenir el envejecimiento de las células y los órganos del cuerpo. Tomando diariamente una cápsula del producto como complemento de una dieta sana se podría mejorar la longevidad de nuestro organismo.
No seré yo el que dude de los beneficios del producto, pero de ahí a aplicarle la etiqueta de “elixir de la juventud”, como han hecho los periódicos, va un mundo. Sería como esperar de la jalea real el mismo efecto que la pócima mágica de Asterix, pero sin ir dando guantazos por la calle.
De todos es conocida la capacidad del vino como conservante; no hay más que ver lo bien que se conservan algunos a base de darle al moscatel, y si es aguardiente aún mejor, y si no que se lo digan a las cerezas. Pero lo mejor de la noticia está en el hecho de que, dado que la cantidad de resveratrol por cada uva es muy escasa, los científicos han conseguido una concentración por cápsula equivalente a, (agarraros al asiento), 45 kilos de uvas, o su equivalente en vino, (aunque nunca dicen cual es esa equivalencia). La verdad es que no se que es peor, si comerte cada día 45 kilos de uvas o beberte el equivalente en vino. O obeso, o alcohólico. Hombre, visto así mejor comprar las capsulitas. Todo sea por conservarnos jóvenes el mayor tiempo posible, que parece ser la doctrina a seguir en el nuevo milenio.
A falta de nuevas ideas propongo investigar una forma de concentrar los efectos y beneficios de la tortilla de patatas o del bocadillo de jamón, a ver si de una vez por todas perdemos unos kilitos gracias a la ciencia.
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