lunes, 8 de marzo de 2010

CATALUÑA DEBATE LA PROHIBICION DE LAS CORRIDAS DE TOROS

A veces las cosas más sencillas acaban teniendo la apariencia de problemas irresolubles. Precisamente estos días con el conflicto generado por el debate sobre la fiesta de los toros en Cataluña todo el mundo tiene la sensación de que el tema no tiene solución. Y quizá la clave está en simplificar.
No estoy de acuerdo en que haya que prohibir por completo los espectáculos taurinos, y por taurino entiendo cualquier espectáculo en el que participe el toro de lidia, sino que hay que prohibir el sufrimiento sangriento del toro que conlleva la actual lidia. Para eso el mundo del toreo va a tener que tomar una decisión y actualizar su espectáculo, cosa bastante complicada en un ambiente tan arraigado a la tradición como es el del toreo y sin una prohibición legal que le obligue a hacerlo. Algúnos cambios si que ha habido, pero han sido escasos y forzados, como en los años 20 que se decidió colocar petos de protección a los caballos de los picadores para evitar que fueran literalmente destripados por los toros durante la corrida. Estoy convencido de que el espectáculo dantesco de los animales muertos sobre la arena escandalizaría a más de un defensor actual de la fiesta. Y eso era considerado normal hasta principios del siglo veinte.

Si las propias reglas del toreo se han ido modificando con el tiempo, ¿Porque no cambiarlas de nuevo?¿Porque no convertir el toreo en un espectáculo actualizado?¿Porque no evitar el sufrimiento del toro? Sin sangre en los ruedos daríamos un paso adelante hacia una sociedad mucho más civilizada y menos cruel. Y aunque queden muchos más pasos que dar en otros ejemplos de maltrato de animales en este país, éste sería especialmente valioso.
“Sin sangre no hay emoción” argumentan los taurinos. Pues no es cierto, porque en Portugal no hay muerte del toro y las corridas son también emocionantes. En los rodeos norteamericanos, por ejemplo, tampoco hay muerte de los animales y el espectáculo es sensacional. En ambos casos la emoción viene dada por el riesgo que asumen los que participan y no por la contemplación de la tortura y muerte de un pobre animal.
Modernizando los toros España tendría una fiesta igualmente espectacular pero apta para cualquier tipo de público por muy sensible o infantil que éste sea, se podría mantener la estructura del negocio taurino y la actividad ganadera, así como mantener la especie del toro de lidia; argumentos todos estos esgrimidos como bandera por los defensores de las corridas de toros.
Ahora bien, una cosa es estar a favor o en contra de los toros y otra bien distinta cargar el debate con argumentos políticos, tanto a favor como en contra también. Utilizar este tema como arma política es indecente y lo único que consigue es crear confusión y despistar sobre el verdadero tema de debate: ¿Es éticamente aceptable permitir un espectáculo donde se tortura y mata a un animal?
Y no nos engañemos, el parlamento catalán está debatiendo el tema porque ha habido una iniciativa popular que se lo ha exigido con recogida de firmas, no por iniciativa propia. Es más, incluso dentro de los propios partidos hay diferencia de opiniones.
Afirmar que “hay gente que todo lo que sea una fiesta nacional le molesta” como ha hecho Mariano Rajoy es hacer demagogia, recordemos que la Comunidad Canaria prohibió las corridas de toros hace años y nadie los tacho de “antiespañoles”. Por otro lado argumentar que los toros no pertenecen a la cultura y la identidad catalana es igualmente demagógico, además de inútil. Las fotografías de Esperanza Aguirre rodeada de capotes es simplemente circo mediático y ganas de molestar. Por cierto, que si mantienen, defienden e incluso subvencionan los toros en la Comunidad de Madrid me parecerá perfecto. Allá ellos con sus conciencias y con su imagen. El hecho que en Cataluña esté prohibido torear y en Madrid no, no supone ningún problema, para eso está el AVE.
La plataforma para la prohibición de las corridos de toros haría bien en no entrar en ese juego y desmarcarse de las jugadas políticas de cualquier tipo y centrarse en defender su causa, que no es otra que la de prohibir una práctica cruel y sangrienta que se enriquece, y mucho, con el sufrimiento de un animal. El resto son pamplinas.

De postre os dejamos este interesante cuadro con la distribución de los gustos taurinos en España. Más que nada para situarnos en el mapa.

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