En la cultura japonesa, así como en otras culturas orientales, la sal tiene un carácter religioso y es utilizada en los rituales sintoistas como símbolo de pureza. Esta imagen de la sal como elemento purificador ha generado costumbres en la vida cotidiana de Japón que relacionan a la sal con la buena suerte y le confieren la capacidad de ahuyentar a los malos espíritus. No es raro ver cuencos o platos con un poco de sal en la puerta de los restaurantes o de algunas casas con el fin, precisamente, de evitar la entrada de esos malos espíritus. De hecho, en las ceremonias anteriores a los combates de sumo o antes de las representaciones de teatro tradicional, se esparce sal por el suelo.
El artista japones Motoi Yamamoto utiliza esa sal tan arraigada en la cultura de su país para elaborar sus creaciones, entre las que destacan unos bellísimos laberintos.
El uso de un material tan simbólico como la sal y la extrema dificultad de un trabajo sinuoso y paciente hacen de cada obra de Yamamoto un camino hacia la perfección y la pureza interior, al igual que los monjes budistas cuando unen meditación y arte en la creación de mandalas.
Foto: Asia-tik.com |
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foto: Amar-tarik.com |
Foto: Sankt Peter Köln |
Foto: Ben Wolf |
Además del sitio web de Motoi Yamamoto, podéis encontrar más imágenes de sus trabajos en Mikiko Sato Gallery y en el sitio web del fotógrafo Ben Wolf. Hay un artículo muy interesante sobre un trabajo realizado en el centro de arte Sankt Peter de Colonia donde se puede ver lo que ocurre después de la exposición.
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