Precisamente al día siguiente de denunciar la pasividad de la sociedad con los casos de violencia hacia las mujeres, me encuentro con un pequeño titular de la agencia Europa Press que ilustra a la perfección la situación en que nos encontramos.
Resulta que una camarera de una cafetería de Caldes de Malavella ha sido despedida de su empleo tras ser increpada de forma violenta por su expareja en el propio lugar de trabajo.
La razón esgrimida por el propietario es la de que con el despido pretende evitar que se repitan situaciones que molesten a la clientela.
La verdad es que lo que debería ofender más a los clientes de esa cafetería no es el hecho de que un energúmeno se presente allí para acosar a su exnovia, sino la indecente actuación de los propietarios poniendo a la víctima en la calle. Eso si que me escandaliza.
Gracias a la complicidad de los dueños de la cafetería y del propio juez que ha denegado la petición de protección de la víctima, el acosador no solo ha maltratado a esa mujer sino que además ha conseguido que ésta se quede sin trabajo. Enhorabuena por la estupenda labor de equipo.
Lo que tengo claro es que, si yo viviera en Caldes de Malavella, no me gastaría ni un céntimo en un establecimiento como ese.
¿Que piensan hacer las mujeres y los hombres de esa población? Supongo que esperan a que asesinen a esa pobre mujer para poder salir a la calle en manifestación silenciosa, escuchar y aplaudir el emotivo comunicado que se leerá al final del acto y terminar la tarde tomando unos cafés con pastitas en la cafetería que dejó sin trabajo a la difunta. Pero, eso sí, sin escándalos que molesten la merienda.
Me gustaría saber que opina de este tema Marta Selva, presidenta de l’Institut Català de les Dones y Carme Capdevila, consellera d’Acció Social i Ciutadania. ¿Y la ministra de Igualdad, Bibiana Aido?
¿Y tú? ¿Que piensas tú?
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